Portavoz vaticano: La falta de voluntad provoca el hambre de los pobres
Análisis del padre Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 mayo 2008 (ZENIT.org).- El aumento del hambre entre los pobres, debida al aumento del precio de alimentos, interpela a las conciencias pues no se debe a la falta de capacidad de producción de comida para todos, sino a la falta de voluntad, explica el portavoz vaticano.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, analiza las causas y consecuencias éticas del «vertiginoso aumento de los precios de cereales», en el editorial del último número de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano, del que es también director.
El análisis comienza recordando que «en el año 2000 la cumbre más grande de jefes de Estado de la historia proclamaba solemnemente la "Declaración del Milenio", que enunciaba los objetivos más urgentes para el bien de la humanidad a alcanzar antes del año 2015».
«El primero era reducir a la mitad, en este período, la pobreza extrema y el hambre. Han pasado casi ocho años y, en estos meses, está teniendo lugar una crisis alimentaria gravísima en muchos países a causa de l vertiginoso aumento de los precios de los cereales, de manera que el número de los hambrientos y subalimentados vuelve a crecer rápidamente, corriendo el riesgo de afectar a mil millones de personas, y no parece que la crisis sea pasajera», recuerda.
Citando estudios de expertos, el padre Lombardi ve tres causas en este fenómeno: «la distorsión en el mercado provocada por las subvenciones a la agricultura de los países ricos; la nueva producción de biocombustibles tras las preocupaciones ambientales; el mayor consumo de carnes en grandes países como China y la India, de manera que buena parte de la producción agrícola ya no se dedica directamente a los cereales para la alimentación humana».
Según el padre Lombardi, «lo que falta en el mundo no es comida o la capacidad para producirla, sino más bien la voluntad para resolver el problema más grave: es decir, que los pobres tengan de qué comer. Otras cosas, otras preocupaciones pasan antes».
«Los gastos militares por ejemplo, siguen creciendo --denuncia--. Otros intereses guían el juego de nuestro mundo, a pesar de que la Cumbre del Milenio había proclamado correctamente el primer objetivo».
«Pero una cosa es una Declaración, y otra la dura realidad --concluye--. Ahora nuestra mirada se dirige a la nueva cumbre por la seguridad alimentaria del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de junio. Otra oportunidad que no hay que dejarse escapar, pues mientras tanto demasiados pobres mueren».
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